jueves, 23 de octubre de 2025

Gavilán común (Accipiter nisus)


Observar la naturaleza tiene sus ventajas; una de ellas es que los sentidos se agudizan y la paciencia se desarrolla. En este caso, tuvieron que pasar 6 años para poder tener la oportunidad ya no solo de contemplar detenidamente, sino también de fotografiar una especie de ambientes forestales tan bella como lo es el gavilán.

Esta ave de presa, que transita en vuelos bajos de aleteos constantes entre los árboles, se puede encontrar en las masas de pinares y encinares del sureste. Destaca por su manto (parte superior) grisáceo y vientre blanquecino con ligero moteado parduzco, añadiendo unas patas finas color amarillo.

Presenta una diferencia visible entre los machos y las hembras, ya que estas suelen ser más grandes y con una ceja blanca bien marcada. Además, los machos a diferencia de las hembras suelen tener las mejillas y el pecho más rojizos.

Se alimentan principalmente de aves pequeñas y palomas, aunque también depredan sobre pequeños roedores y lagartos. Como dato curioso estas imágenes fueron tomadas en un hide (o escondite de observación), donde fotografiábamos paseriformes hasta que desaparecieron rápidamente para dar paso al protagonista de esta entrada.

Su parecido con el azor, nos lleva a incidir en pequeñas observaciones para diferenciarlo, pues el gavilán es un ave ligeramente más pequeña y menos corpulenta (cuello más corto y cabeza más pequeña), con alas más redondeadas que el azor y con cola de bordes más acusados. Si se tiene la oportunidad de presenciarlos posados, pueden atenderse otros detalles como las patas y el pico, que son ligeramente menos robustos que los del azor. También el detalle del ojo, ya que el gavilán puede tener un color más amarillo, mientras que el azor tiende a tonos anaranjados e incluso a un rojo intenso.