Hoy queremos hablar de un animal al que todos los aficionados a la observación de aves estamos habituados a ver en nuestras queridas lagunas y marismas. Teniendo en cuenta que el pasado 2 de febrero fue el día internacional de los humedales, este mes queremos compartir esta especie que, aún siendo relativamente fácil de observar, disfrutamos cada encuentro como la primera vez.
Aunque ahora podemos disfrutar de su presencia, el calamón común tiene una historia de lucha por la supervivencia de especies, ya que debido a la elevada presión de caza y la transformación de los humedales en terrenos de cultivo, los números de sus poblaciones fueron realmente preocupantes; sobre todo a mediados del siglo pasado. No fue hasta unos años después, gracias a proyectos de cría en cautividad como el caso del Parque Natural de L’Albufera, que consiguió recuperarse de un pasado oscuro dando lugar a poblaciones estables. Un claro ejemplo de recuperación y conservación.
Siendo una especie residente que podemos ver en todas las épocas del año, lo primero que llama la atención a la vista es su plumaje; color azul metálico en contraste con los rojos del pico y sus potentes y enormes patas. Además, siendo una especie de gran tamaño (el más grande de los rálidos) siempre delata su presencia cuando se desplaza tranquilamente entre los carrizales.
Su alimentación está basada en materia vegetal y, en menor medida, de origen animal. Justo ahora, en los meses de finales de invierno - comienzos de primavera, podremos observar sus cortejos nupciales.
Su belleza y su historia de conservación son un gran incentivo a la hora de poder conocer a estos rálidos.
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